Aunque es presumir que la inmensa mayoría de los israelíes está de acuerdo con el controvertido anuncio de Donald Trump de este miércoles, existe una minoría que cree que la decisión de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel y de mover allí su embajada es, sencillamente, una muy mala idea.
Para la comunidad internacional, la situación de Jerusalén debe definirse en las conversaciones de paz entre israelíes, que la consideran su capital y controlan Jerusalén Oeste, y palestinos, que la ven como capital de su futuro Estado y administran Jerusalén Este, anexionada por los israelíes tras la guerra de 1967.
Allí no hay embajadas y su Ciudad Vieja es el sitio más sagrado para los judíos y el tercero para los musulmanes. No hay tema más sensible en Medio Oriente que Jerusalén.
Daniel Seidemann no tiene dudas de que la decisión del presidente de Estados Unidos, el más férreo aliado que tiene Israel, será contraproducente.
“Es claramente una decisión desestabilizadora”, le dice a BBC Mundo quien fuera asesor del ex primer ministro Ehud Barak (1999-2001), quien considera que “los israelíes, los palestinos y los estadounidenses estarán menos seguros”.
“¿Qué es lo más importante en pos del genuino interés nacional de Israel? El reconocimiento no servirá para solucionar la cuestión de fondo”, añade.
Seidemann, director de Terrestrial Jerusalem —una ONG que se dedica identificar el desarrollo de los controvertidos asentamientos israelíes en Jerusalén— no es el único dentro de Israel en advertir del posible impacto en la seguridad en la región.
“No sé cuáles serán las consecuencias sobre el terreno. ¿Qué pasará en los próximos días? No sé qué esperar”, dice en diálogo con BBC Mundo el parlamentario Ayman Odeh, líder de Lista Unida, el tercer bloque en importancia en la Knesset, la asamblea unicameral israelí.
“En cierto modo”, apunta, “es solo cuestión de tiempo para que las cosas exploten. Esto alimenta la desesperanza. Y cuando la gente se siente así, más siente que no tiene nada que perder y algunos pueden recurrir a la violencia”.
Poco más de 300.000 palestinos viven en Jerusalén y representan el 37% de la población. En la práctica hay zonas de la ciudad que ya funcionan como la capital israelí: el Parlamento, los Ministerios, el Banco Central y el Tribunal Supremo están allí.
EE.UU. se ha convertido en el primer país en reconocer a Jerusalén como la capital israelí desde la fundación del Estado de Israel en 1948 y Odeh, quien ha descrito a Trump como un “pirómano que podría incendiar la región con su locura”, desaprueba cualquier decisión unilateral.