Rafael Ramírez, quien fue presidente de la estatal durante más de 10 años, anunció en una carta que abandona el cargo por pedido del presidente Nicolás Maduro y asegura que espera que no arrecien los ataques en su contra solo por expresar su opinión sobre la crisis que vive el país.
El embajador de Venezuela ante la ONU, Rafael Ramírez, anunció este martes la renuncia a su cargo a pedido del presidente Nicolás Maduro. Su dimisión ocurre en medio de denuncias de corrupción en la estatal petrolera Pdvsa, que dirigió por 12 años, y días después de que fueran arrestados algunos de sus exdirectivos, varios de ellos de su máxima confianza.
“Debo informar que ayer, 4 de Diciembre de 2017, he renunciado, a solicitud del Presidente de la República, a mi cargo como Embajador Representante Permanente de Venezuela ante la ONU”, escribió en un tuit al que adjuntó una carta de cuatro páginas en la que asegura que fue removido por expresar sus opiniones sobre la crisis económica que vive la Venezuela del chavismo.
Ramírez fue el hombre más poderoso de la industria petrolera durante el gobierno de Hugo Chávez (1999-2013), en buena medida por su lealtad al líder revolucionario. Fue ministro de Petróleo durante 12 años y presidente de Pdvsa por una década.
Durante su gestión, revirtió la apertura petrolera –que permitió el desarrollo de la industria– y se enfrentó a las grandes corporaciones del mundo imponiéndoles pautas desfavorables de negocio que, finalmente, obligaron a muchas de ellas a retirarse de Venezuela y a otro tanto que se quedó, a aceptar acuerdos como socios minoritarios y con condiciones poco ventajosas. Muchos de los contratos petroleros fueron entonces reasignados sin licitación alguna a sus aliados rusos (Gazprom y Rosneft) y chinos (CNPC y sus subsidiarias en diversas áreas de explotación petrolera).
Con la muerte de Chávez en 2013, su poder comenzó a debilitarse, principalmente por sus diferencias de larga data con el círculo de poder que encabeza Nicolás Maduro. De hecho, al ser elegido como presidente de Venezuela, lo retiró del negocio petrolero, lo designó canciller y luego lo envió hasta Nueva York como embajador en la ONU.
Poco antes de que Rafael Ramírez anunciara su renuncia, el fiscal general de Venezuela –no reconocido por la oposición pues fue nombrado por la Asamblea Constituyente–, Tarek William Saab, anunciaba que había ordenado la detención de seis exdirectivos de Pdvsa por presunta corrupción. Esto ocurre menos de una semana después de que también fueran apresados dos expresidentes de Pdvsa, Nelson Martínez y Eulogio del Pino –ficha de Ramírez–, en el marco de una “cruzada” anticorrupción en la industria petrolera venezolana con la que el gobierno ya ha arrestado a más de 60 directivos en las últimas semanas.
n la lista de esa arremetida también se encuentran un primo de Ramírez, Diego Salazar, y el empresario Diego Luongo, ambos acusados de lavar millones de dólares de Pdvsa en la banca de Andorra, y también de asociación para delinquir y corrupción.
Saab negó este martes que las capturas sean parte de ajustes de cuentas a lo interno del chavismo. Pero para la oposición venezolana se trata claramente de una batalla de poder entre Maduro y Ramírez de cara a las elecciones de 2018, en las que el presidente espera ser el único candidato del chavismo y ser reelecto.
“¿Una lucha interna de qué?”, preguntó el fiscal designado, que lidera la razia en la industria petrolera. “Acá lo que hay es una lucha frontal contra quienes le han hecho daño al país”.