Aunque todavía existe la posibilidad de que se forme alguna nueva tormenta, los especialistas creen que este año, si eso sucediera, no habría mucho de qué preocuparse.
Los 17 sistemas tropicales que atravesaron la cuenta del Atlántico esta temporada hicieron que se igualaran o superaran récords históricos.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos calificó la temporada de 2017 como “extremadamente activa” y la más devastadora en lo que va del siglo XXI, después de la registrada en 2005.
Harvey, Irma y María fueron los ciclones más catastróficos de este lapso: el primero llegó a categoría cuatro en la escala Saffir-Sipmson, mientras que los otros dos alcanzaron la máxima de 5.
Aquí te damos 5 datos que muestran la magnitud de la temporada de huracanes que recién concluyó.
El periodo de huracanes de 2017 fue peculiar desde los inicios hasta su clímax: comenzó antes del inicio, oficial de la temporada, en abril, y durante su mayor auge, entre agosto, septiembre y octubre, se formaron un total de 10 huracanes.
Fueron en total 17 tormentas durante toda la temporada, que si bien no rompieron el récord de 28 registrado en 2005 sí la ubicaron entre las más activas de la historia.
De acuerdo con un informe de la Universidad Estatal de Colorado (CSU, por sus siglas en inglés) el número de huracanes que se formó fue un 154 % mayor al promedio (6,5) mientras el de tormentas tropicales lo fue un 142 %(12) superior.
La temporada de 2017 marcó el mes de septiembre más activo en cuanto a huracanes desde que se iniciaron los registros en 1891.
Fue este el periodo en el que se formaron dos de los tres huracanes más intensos del año: Irma y María, que golpearon el sur de Estados Unidos y otras islas caribeñas.
La energía ciclónica acumulada ese mes, una cifra que se calcula en función de la potencia de los huracanes, también estableció un récord en septiembre.
Según Klotzbach, la generada durante ese mes equivalió a unos 7.000 millones de Watts, alrededor de la mitad de la energía generada por todas las bombas utilizadas durante la Segunda Guerra Mundial.